lunes, 24 de enero de 2011

No me acordaré de tu nombre, pero sí de tu mirada triste...

Casi por definición todas las personas que son el centro de atención, suelen estar tristes o al menos no ser tan felices como a primera vista aparentan.
Recientemente, me pasó en un boliche de ver a un muchacho desplegando sus destrezas en el baile (realmente bailaba muy bien) con un montón de gente arengandolo y divirtiendose con él y al rato encontrarme hablando con él que estaba totalmente sólo, con unas copas de más y por mi parte con todo lo que uno acumula en una noche de boliche, y darme cuenta que estaba triste. Se le notaba en los ojos que se sentia sólo o que al menos necesitaba que alguien lo escuchara.
El pibe me dió lastima pero en sí más me asombró la situación, o sea el hecho de que sea tan grande la necesidad de que alguien te escuche que no te importe que sea un extraño.Sin dejar de lado la ironia de que en un momento estás rodeado de gente que  se divirte con vos como sí fueras el monito saltarín del circo pero que nadie se interese sinceramente por como estás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario