jueves, 2 de junio de 2011

 Ahora estudiaba Literatura Creadora, pero a mediados del  último año, cuando su primer gran amor la había abandonado y había ocurrido El Incidente de la Lavanderiía, las cosas empezaron a pesarle y surgío en ella el "bloqueo del escritor". Estaba pensando en especializarse en Literatura Inglesa, a fin de no fracasar. Había tratado intensamente de analizar su problema y finalmente había llegado a la conclusión de que en realidad aún no había vivido.¿Cómo era posible escribir de cosas que uno no conocía? Solo tenía dieciocho años y un cajón lleno de cuentos lúgubres, a medias terminados, con títulos como "La Ciudad de los Corazones Rotos" e "Hijos del Dolor", que le daba verguenza mostrar a nadie. No podía revelarse en la vida real y, peor aun, ni siquiera era capaz de revelar sus sentimientos en sus cuentos. ¿Cómo iba a ser escritora si no estaba dispuesta a ser herida por las críticas y el rechazo? La mitad de las veces no sabía que sentía y la otra mitad se preguntaba si había alguien a quien eso pudiera importarle. Se sabía ignorante de todos los secretos de la vida real. Ser joven era como estar en una trampa: uno podía hacer muchos esfuerzos pero no podía llegar Allá -donde estaba la acción real- porque aun no era bastante fuerte. Algo tenía que desarrollarse, como un músculo, y Kate pensó que eso era la madurez.
Rona Jaffe. El Laberinto.Buenos Aires:Javier Vergara.

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