viernes, 13 de mayo de 2011

Hildebranda no es hermosa pero donde va pasan cosas♪

Un viaje en colectivo o en tren puede resultar toda una odisea, un placer o simplemente un cago de risa. Como todos los días en los cuales tengo facultad, luego de viajar en mi tan querido y repetidas veces puteado Sarmiento, me tome el 343 destino Carupa por Lourdes,  con el cual todavía no rompimos del todo el hielo, sino que nos estamos conociendo. Todo esto parece no tener relevancia alguna cuando una va por la vida haciéndose la linda sin anteojos, siendo que tenés  miopía y astigmatismo en un porcentaje de 1,5 y 2,5, y con los auriculares puestos escuchando Tan Biónica. Sin embargo, cuando luego de que estos últimos se te caigan también en el 343 y nunca más recuperarlos, tengas que andar por la vida a oído desconectado, amargada porque no podes escuchar música y encima sin ver un carajo, posiblemente decidas después de 4 años de tu primera consulta al Oftalmólogo,  ponerte los lentes cuando andas por la calle y ¿qué descubrís?...Descubrís todo un mundo nuevo, un mundo nítido, te enteras de la existencia de cosas que están más allá de tu nariz literalmente, que los negocios suelen tener carteles en donde anuncian el nombre de su comercio, que las personas tienen rasgos faciales que podes distinguir y comparar pero sobretodo lo divertido que es mirar chicos en el tren.
Esto parece claramente alucinante y divertido hasta que un día en plena ejecución de tu rutina, mientras terminas de repasar para un parcial en el cual sabes que te van a dejar  el traste como la bandera de Japón, de música de fondo tenés a dos gordas que no paran de hablar, y cuando digo  “gordas” me refiero a que una de ellas tenia cuerpo estilo Free-Pera, es decir, cintura chiquita-culo desbordante  sujetado por un jean  moderno dentro de todo pero totalmente desesperado en su pedido de socorro para poder liberarse de esa inmensidad de carnes, mientras que el otro sujeto en cuestión era rellenita pero gorda también y ninguna de las dos nada lindas, hablando de los chabones que se garchan, tranzan o con los que simplemente “andan en algo”. Obviamente, que para estas alturas desistí de seguir repasando porque fui avasallada por una tentación de risa interna pero en la cual no sabía de qué me reía, sí de lo que estaba escuchando, de mi ridícula situación sentimental o de lo absurdo de ambas cosas. Como diría Fito es solo una cuestión de actitud

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